2007/03/31

> John Rechy: La ciudad de la noche > ENTRE EL GOZO Y LA CULPA

  • Entre el gozo y la culpa
  • El País, Babelia, 2007-03-31 # Luis Antonio de Villena

Entre la autobiografía y el lirismo, la novela narra las andanzas de un chapero en varias ciudades de Estados Unidos. El libro, bueno y atrevido, fue redactado en los años en que eran frecuentes las redadas policiales en bares y parques frecuentados por gais. Más que por sus estampas sórdidas, la novela atrae por su fondo reflexivo.


Hijo de escocés y mexicana, John Rechy nació en El Paso (Tejas) en 1934. Desconocido muchos años fuera del ámbito anglosajón, ha sido el relativo auge de la literatura de tema gay y el más persistente interés de algunos por los ámbitos y mundos marginados lo que ha terminado convirtiendo a Rechy en algo más que un autor de culto. Aunque hasta hoy ha publicado 14 libros (el último un tomo de ensayos, Beneath the skin de 2004), parece que son sus primeras novelas las que siguen deparando atención mayor. Novelas donde la ficción y lo autobiográfico se mezclan declaradamente. En España se tradujo primero su segunda obra, Numerados, de 1967. Y ahora conocemos la primera -y sin duda la más famosa de Rechy-, La ciudad de la noche, de 1963.


Narrada entre la autobiografía realista y un cierto lirismo que pretende dimensionar en más lo narrado, La ciudad de la noche es el relato de las andanzas de un chapero (el propio Rechy) que, abandonando El Paso, decide internarse en el mundo ambiguo de la homosexualidad y la prostitución masculina en varias grandes ciudades de Estados Unidos, desde Nueva York a Nueva Orleans, pasando por Los Ángeles y Chicago. Un mundo sórdido, promiscuo y desesperado al que el protagonista que busca su verdad (acaso su real homosexualidad) se siente irresistiblemente atraído, al tiempo que a menudo lo rechaza en su fuero íntimo. Aquí no podemos evitar recordar la fecha en que el libro fue escrito. Antes de Stonewall y del Orgullo Gay la homosexualidad es sólo tolerada (no abiertamente legal) y son frecuentes las redadas policiales en los bares cutres y los parques que frecuentan clientes, chaperos y travestis o locas. Todo ello es visible no sólo en el relato mismo sino en su tono. A menudo una sombra de oscuridad y autoculpabilidad recorre escenas de noche y marginación -los monólogos de algunos personajes están entre lo mejor del libro- que si hoy podrían ser casi igual de oscuras carecerían (creo) de ese tono existencial o culpable, que de existir, buscaría menos al individuo que padece cuanto a la sociedad que lo ha arrinconado.


La novela de Rechy es buena y atrevida -para 1963- aunque hoy nos atraiga más su fondo reflexivo que sus estampas sórdidas u orgiásticas, con final en el explosivo Mardi Gras de Nueva Orleans, cuando el narrador reconoce que todos, en el fondo, buscan remediar la soledad y un amor, al que a menudo no se atreven. Sin duda estamos ante una novela sólida, con personajes (como el Profesor neoyorquino que se hace llevar "ángeles", los chaperos ante los que diserta; o Sylvia la dueña de un bar gay, que no logra perdonarse la incomprensión que tuvo con su hijo) firmes y bien trazados. Pero es una novela triste, porque el autor no llega a volar por encima de lo que no dejaba de ser un submundo. Por supuesto que Genet, Baldwin o Burroughs habían ido más allá. Pero Rechy fue ambicioso, y no sólo buscó un tema sino además un estilo. Mucha de la actual literatura gay de consumo -norteamericana singularmente- no puede decir lo mismo.


Escrita (como es lógico) con bastante argot, debe ser ésa quizá la dificultad mayor del traductor, que ha hecho un trabajo estimable. Aunque a mí me suene a viejo -la germanía suele ser continua movilidad- el término "reinona" para referirse a una loca muy afeminada y mucho más habitualmente a un travestido. Creo que "locaza" o "travestón" (según los casos) hubieran sido más exactos. Pero acaso sea sólo menudencia en un trabajo bien hecho. Y la novela no es de poca monta.

2007/03/29

> Berria: Sariak > UNA REFLEXION SOBRE LA PORNOGRAFIA GANA EL ANAGRAMA DE ENSAYO

  • Una reflexión sobre la pornografía gana el Anagrama de ensayo
  • El Diario Vasco, 2007-03-29 # Paco Soto · Colpisa · Barcelona

«La pornografía es una ceremonia. Es una ceremonia privada, y cada ser humano intenta acercarse al porno, aunque prácticamente nadie se atreva a reconocerlo en público». Así se manifestaron ayer en Barcelona los escritores Andrés Barba (Madrid, 1975) y Javier Montes (Madrid, 1976), ganadores del XXXV Premio Anagrama de Ensayo, dotado con 8.000 euros, con la obra "La ceremonia del porno". Es la primera vez que el premio recala en un trabajo conjunto de dos autores, que presentaron el original bajo el seudónimo de Bill Osco. La obra finalista fue Poética del Café, de Antoni Martí Monterde (Torís, Valencia, 1968).


El ensayo ganador plantea un recorrido sobre la pornografía en la sociedad actual, así como las diferentes miradas y actitudes sobre su consumo a lo largo de la historia. El Marqués de Sade, Santa Teresa, Roland Barthes, Madonna o Martin Amis son algunos de los personajes citados por Barba y Montes. Los autores del ensayo ganador no se posicionan a favor o en contra de la pornografía, ni dan consejos, pero después de analizar esta cuestión a lo largo de la historia y de destacar que defensores y detractores se han enfrentado en guerras sin cuartel, piensan que quizá haya llegado la hora de una tregua indefinida. «Ver pornografía se hace cada vez con más frecuencia en nuestra sociedad, pero se habla poco del tema. Y conviene estudiarlo», señaló Javier Montes.«A lo mejor nos deberíamos replantear muchas cosas y enfocar las realidades sociales y culturales de hoy con una mirada renovada», añadió Andrés Barba.

2007/03/20

> Kritika: Ipuinak > LAS CELADAS DE NARCISO, DE FRANK PADRON

  • La Editorial Extramuros entrega un nuevo libro de cuentos
  • En Las celadas de Narciso, el autor cubano Frank Padrón retrata diversos conflictos sociales de forma auténtica
  • Juventud Rebelde, 2007-03-20 # Leidi Fernández de Juan

Comentar el libro de un autor que ostenta cinco carreras (filólogo, narrador, ensayista, crítico de artes y comunicador audiovisual) es, ciertamente, un reto. Voy a intentar salir airosa.


Luego de leer sus Eros-iones, de 2001, esperábamos encontrar un nuevo volumen cargado de erotismo, pero, afortunadamente, Frank Padrón nos regala en su nueva propuesta narrativa un abanico temático mucho más amplio, sin que por ello abandone del todo las pinceladas de sexo que coloca, como buen pintor, en una y otra narración, con experimentada habilidad.


En el libro "Las celadas de Narciso" (Ed. Extramuros), salvo en el cuento homónimo y en el primero, el autor retrata diversos conflictos sociales sin que el discurso llegue al odiado panfleto, ineficaz como todos sabemos. Frank descorre el velo de oscuras intolerancias de ayer, no del todo superadas hoy, y lo hace con humor e inteligencia.


La figura de la mujer, poderosamente presente en cada cuento, aparece casi siempre como víctima (mujer arpista usada por hombre despiadado; mujer escritora que mientras hace el amor contesta a su editora; mujer lesbiana condenada al rechazo social; mujer creyente incomprendida), pero también como victimaria (despreciables madres de hombres gay, funcionaria activista de los repudiables actos de repudios, que, por cierto, aparecen descritos como «aquello» en el cuento muy bien titulado Los bloqueos).


Como si Padrón no quisiera dejar fuera ninguna cicatriz, incluye un texto cargado de ironía, La puerta está abierta, donde un escritor excesivamente influenciado por Kundera lucha por la defensa de la insobornable soledad del ser. Con inteligente sutileza, Frank rinde varios homenajes ya no solo a las víctimas, sino también a los verdugos de la intolerancia, como había hecho en los cuentos de —para— o por mujeres, ya mencionados.


A Marilyn Bobes, esa gran escritora nuestra, dedica Frank el más cinematográfico de los nueve cuentos de este libro, y es un regalo precioso. Con vaivenes en el tiempo, vueltas en el espacio y una excelente caracterización psicológica, los personajes de A la sombra del arpa resultan conmovedores y tristes en medio de un refinado concierto de desamor.


La historia de Narciso merece ser leída más de una vez. Es el único modo de quedar nosotros, los lectores de Frank Padrón, fuera de la emboscada que este cuento nos tiende constantemente. El personaje, con identidad sexual errante, aparece transexuado a través de un mimetismo tan complejo que solo la gentileza del autor permite que no lleguemos al final pensando en quién es al cabo la figura central: si el homosexual travesti, el heterosexual confuso o un engendro de ambos. Resulta un cuento muy bien narrado, engañoso y sorpresivo, que bien pudiera extenderse, dada la riqueza del tema y el interesante trazado del conflicto. No por azar el autor lo escogió para dar título al libro.


Además de la problemática social y de insistir en el tema del homo-hetero-bisexualismo, los cuentos que integran este libro tienen el eslabón común del perdón.


No existe rencor en estas páginas, no hay cabida para el resentimiento y eso los convierte en cuentos tiernos, a pesar del duro, durísimo reflejo de donde provienen las historias. Como un benevolente sacerdote, Frank recorre su propio libro ofrendando el perdón a cada uno de sus personajes, desde el feroz leopardo del primer cuento hasta el desdichado jefe de redacción del último, ambos extremos de la violencia a la que somos susceptibles.


Sin amarguras y sin abandonar la rebelde necesidad de denuncia, el libro cumple la sentencia que encontramos en el principal de sus cuentos y que pudiéramos aplicar a nuestra realidad: «Se trataba de ella, fuera de ella, una auténtica imagen».


Así pues, es de agradecer esta nueva entrega de la Editorial Extramuros y felicitar al querido amigo Frank Padrón por un libro tan auténtico y tan real.