2007/03/20

> Kritika: Ipuinak > LAS CELADAS DE NARCISO, DE FRANK PADRON

  • La Editorial Extramuros entrega un nuevo libro de cuentos
  • En Las celadas de Narciso, el autor cubano Frank Padrón retrata diversos conflictos sociales de forma auténtica
  • Juventud Rebelde, 2007-03-20 # Leidi Fernández de Juan

Comentar el libro de un autor que ostenta cinco carreras (filólogo, narrador, ensayista, crítico de artes y comunicador audiovisual) es, ciertamente, un reto. Voy a intentar salir airosa.


Luego de leer sus Eros-iones, de 2001, esperábamos encontrar un nuevo volumen cargado de erotismo, pero, afortunadamente, Frank Padrón nos regala en su nueva propuesta narrativa un abanico temático mucho más amplio, sin que por ello abandone del todo las pinceladas de sexo que coloca, como buen pintor, en una y otra narración, con experimentada habilidad.


En el libro "Las celadas de Narciso" (Ed. Extramuros), salvo en el cuento homónimo y en el primero, el autor retrata diversos conflictos sociales sin que el discurso llegue al odiado panfleto, ineficaz como todos sabemos. Frank descorre el velo de oscuras intolerancias de ayer, no del todo superadas hoy, y lo hace con humor e inteligencia.


La figura de la mujer, poderosamente presente en cada cuento, aparece casi siempre como víctima (mujer arpista usada por hombre despiadado; mujer escritora que mientras hace el amor contesta a su editora; mujer lesbiana condenada al rechazo social; mujer creyente incomprendida), pero también como victimaria (despreciables madres de hombres gay, funcionaria activista de los repudiables actos de repudios, que, por cierto, aparecen descritos como «aquello» en el cuento muy bien titulado Los bloqueos).


Como si Padrón no quisiera dejar fuera ninguna cicatriz, incluye un texto cargado de ironía, La puerta está abierta, donde un escritor excesivamente influenciado por Kundera lucha por la defensa de la insobornable soledad del ser. Con inteligente sutileza, Frank rinde varios homenajes ya no solo a las víctimas, sino también a los verdugos de la intolerancia, como había hecho en los cuentos de —para— o por mujeres, ya mencionados.


A Marilyn Bobes, esa gran escritora nuestra, dedica Frank el más cinematográfico de los nueve cuentos de este libro, y es un regalo precioso. Con vaivenes en el tiempo, vueltas en el espacio y una excelente caracterización psicológica, los personajes de A la sombra del arpa resultan conmovedores y tristes en medio de un refinado concierto de desamor.


La historia de Narciso merece ser leída más de una vez. Es el único modo de quedar nosotros, los lectores de Frank Padrón, fuera de la emboscada que este cuento nos tiende constantemente. El personaje, con identidad sexual errante, aparece transexuado a través de un mimetismo tan complejo que solo la gentileza del autor permite que no lleguemos al final pensando en quién es al cabo la figura central: si el homosexual travesti, el heterosexual confuso o un engendro de ambos. Resulta un cuento muy bien narrado, engañoso y sorpresivo, que bien pudiera extenderse, dada la riqueza del tema y el interesante trazado del conflicto. No por azar el autor lo escogió para dar título al libro.


Además de la problemática social y de insistir en el tema del homo-hetero-bisexualismo, los cuentos que integran este libro tienen el eslabón común del perdón.


No existe rencor en estas páginas, no hay cabida para el resentimiento y eso los convierte en cuentos tiernos, a pesar del duro, durísimo reflejo de donde provienen las historias. Como un benevolente sacerdote, Frank recorre su propio libro ofrendando el perdón a cada uno de sus personajes, desde el feroz leopardo del primer cuento hasta el desdichado jefe de redacción del último, ambos extremos de la violencia a la que somos susceptibles.


Sin amarguras y sin abandonar la rebelde necesidad de denuncia, el libro cumple la sentencia que encontramos en el principal de sus cuentos y que pudiéramos aplicar a nuestra realidad: «Se trataba de ella, fuera de ella, una auténtica imagen».


Así pues, es de agradecer esta nueva entrega de la Editorial Extramuros y felicitar al querido amigo Frank Padrón por un libro tan auténtico y tan real.

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